jueves, 16 de diciembre de 2010

La Pilsener volvió, y con creces

La semana pasada la producción de Cervecería Nacional –quien fabrica Pilsener y Club- sufrió un desliz. Una jueza de Guayaquil prohibió la fabricación de esta cerveza por una demanda de ex trabajadores que exigían el pago atrasado por 16 años de utilidades de 90,9 millones de dólares.

$3 millones de ventas diarios se perdieron desde la prohibición de la venta el 26 de noviembre, hasta la reanudación de su producción el 10 de Diciembre.

Diagonal a la pizzería El Hornero de la González Suárez y Bejarano, al norte de la ciudad, hay dos pequeñas tiendas de abarrotes donde la cerveza es una de las cosas que más se consume. Sus clientes, mayoritariamente moradores del sector, acuden a cualquiera de las dos a abastecerse de elementos para su hogar.

Rodrigo Cáceres, quien vive a dos cuadras de las tiendas, asegura que va a comprar ciertas cosas a las tiendas, “pero casi todo los días después del trabajo vengo a pegarme una cervecita con mis compañeros. Por suerte ya permitieron que se vuelva a vender”. El lleva un traje oscuro. Al hablar de lo que se considera el símbolo ecuatoriano mueve mucho las manos de un lado para el otro. Al destapar la botella suena “tssssss”, y la espuma intenta salirse, pero llega al tope y se regresa.

Los carros siguen llegando. Familias, parejas, personas solas. La mayoría de los jóvenes piden cerveza. Y más específicamente Pilsener. José Pontón se baja de su vitara rojo, 5 puertas. Ingresa al negocio de la izquierda, “La Frutería”, y pide 2 six-packs. Tiene una chompa abrigada de color negro y un blue-jean muy oscuro. Su cabello negro se lo acomoda a cada rato casi nerviosamente.

“Yo cuando voy a farrear vengo a hacer la “preli” acá a “la villa” (así es como le llaman a las dos tiendas) con mis amigos y amigas. Tampoco es que te dejan embriagarte aquí afuera, pero lo básico para ir entonados a la disco”, afirma.

Los policías patrullan, pero mientras no vean el alcohol, no pueden decirles nada a quien lo consume. Por esta razón, estas dos tiendas se han convertido en el punto de encuentro para mucha gente que va en busca de alcohol más barato que un bar.

Ahora todo ha vuelto a la normalidad. La Pilsener y la Club han vuelto ha ser el acompañamiento de todas las comidas típicas, de las reuniones sociales, de el caluroso día de playa.

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